Como ya sabéis me encantan las manualidades. Me gusta crear de la nada cositas bonitas, hechas con precisión y mimo, de ahí que sea muy perfeccionista y no me conforme con hacerlo todo de cualquier manera. De hecho mis hermanas me llaman Sally, como la chica de «Pesadilla antes de Navidad» que se cose a si misma y es muy ‘apañá’.
Este verano, se estropeó la lámpara de mi habitación de la casa del pueblo y pensé -¿para qué comprar una cuando yo misma la puedo hacer?- Claro está, me llevó mucho más tiempo (y no sé si también dinero) que si hubiera pagado por ella, pero lo bueno es que al terminar te queda la gran satisfacción de saber que eso que cuelga del techo es una creación tuya, algo único que nadie más tiene.
Eso sí, no habría sido posible terminarla sin la ayuda de mi padre, de quien heredé el gusto por las manualidades y el bricolaje, que se encargó de la parte eléctrica.
Este es el resultado, espero que os guste cómo quedó.